Algunos pueden volar sobre los 4.500 metros; aquellos de la zona central se desplazan más kilómetros que los de la Patagonia por falta de comida; de hecho, algunos se alimentan de rellenos sanitarios. Su panorama a futuro es precario por las amenazas que tienen, advierten los especialistas.

El cóndor ( Vultur gryphus ) es el ave terrestre más grande del mundo. Esta especie tiene un rol ecosistémico vital y es emblemática de las culturas andinas. Para conocer más sobre su comportamiento, la Unión de Ornitólogos de Chile (Unorch-AvesChile), la Fundación MERI, perteneciente a Filantropía Cortés Solari, y la Fundación Rewilding Chile unieron esfuerzos en el proyecto Manku.
Se trata de un monitoreo y seguimiento satelital -hecho con transmisores que se instalan en las alas a los ejemplares- a un grupo de siete cóndores, machos y hembras, liberados a partir de 2019 tras nacer en cautiverio o ser rehabilitados. Cinco fueron puestos en libertad en la Reserva Elemental Likandes, en el Parque Natural de San José de Maipo, y dos en la Patagonia.
«Confirmamos que las reinserciones que hemos realizado han sido exitosas -con la excepción de una cóndor que tuvo que ser recapturada-, lo que es muy alentador considerando que la reinserción o inserción de estos animales suele ser muy compleja», cuenta Eduardo Pavez, médico veterinario que lidera el proyecto.
También obtuvieron datos inéditos sobre su altura de vuelo, recorridos frecuentes, y áreas de alimentación. Uno de los ejemplares de la zona central alcanzó una altitud máxima de 4.510 metros, pero la altura promedio para las aves de esta zona fue de cerca de 2.000 metros. En tanto, las aves en Patagonia se desplazan a una altitud promedio de alrededor de 700 metros.

Esta diferencia -explica Pavez, además fundador del Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces de Unorch-AvesChile- se debe a que las cordilleras de la zona central son mucho más altas que las cordilleras y estepas que recorren los cóndores en la Patagonia.
Asimismo, las aves de la zona central viajan desde la Región de Valparaíso hasta la del Biobío. De norte a sur, esta distancia es de cerca de 600 kilómetros. En cambio, los cóndores en la Patagonia se desplazan entre 100 y 150 kilómetros.
«Los estudios sugieren que los cóndores de la Patagonia vuelan menos distancias diarias que los de la zona central, producto de la mayor abundancia alimenticia. Es decir, a mayor escasez, estas aves deben recorrer mayores distancias», precisa Sonia Español, directora ejecutiva de la Fundación MERI.
«Los cóndores se alimentan de carroñas de grandes animales. Desde el momento que tendió a desaparecer el guanaco y fue reemplazado por ganadería, el cóndor empezó a alimentarse de las carroñas derivadas de la ganadería extensiva -vacunos, equinos, caprinos y ovinos-, que rápidamente está disminuyendo por razones socioeconómicas», señala Pavez.
De hecho, indica que «en verano los cóndores tienden a ocupar la alta cordillera donde hay ganado, mientras que en invierno tienden a ocupar zonas más bajas, principalmente los valles, porque el ganado baja de la cordillera. Pero por lo mismo vuelan en zonas más pobladas».
Así es que van en búsqueda de comida a los rellenos sanitarios, donde se exponen a intoxicaciones agudas o crónicas al consumir desechos, según cuenta Pavez. En la Región Metropolitana los rellenos más visitados por los ejemplares fueron Loma Los Colorados, Santa Marta y Santiago Poniente, y en la Región de O’Higgins lo fue La Yesca (ver recuadro).
«Este estudio confirma lo que muchos temían: que los cóndores de la zona centro se están quedando sin alimento y dependiendo en la actualidad únicamente de ganado introducido y basura. Si la tendencia continúa así, en las próximas décadas tal vez sea raro ver un cóndor en Santiago y solo queden poblaciones en la zona austral», dice Pablo Gutiérrez, médico veterinario, quien no tuvo relación con esta investigación, y coordinador de proyectos en la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC).
Conservación
«En Chile el cóndor está clasificado como cercano a la amenaza. Si bien tenemos poblaciones importantes, es una especie muy frágil, ya que si tú le aumentas la mortalidad por algún factor de origen humano, rápidamente sus poblaciones caen, porque se reproducen muy poco», dice Pavez.
En esa vía, advierte: «El futuro del cóndor es complejo, entre otros, por la falta de alimento, por el envenenamiento de rellenos sanitarios y el envenenamiento que ocurre cuando los ganaderos tratan de proteger a su ganado de otros depredadores con cebos envenenados, que producen muertes masivas de cóndores como un daño colateral».
Cristián Concha, director de la Asociación de Ganaderos de Magallanes y desarrollador del proyecto turístico y de conservación Cóndores de la Patagonia, cuenta que al menos «en la Patagonia magallánica la práctica de usar cebos envenenados, que es ilegal, no se usa. En vez, se usan perros pastores que resguardan ganado». De hecho, se busca conservar a los cóndores monitoreando sus poblaciones, asegura.
La relevancia de conservarlos recae en que «los cóndores son vitales para el ecosistema: al consumir carroña evitan la propagación de enfermedades. Además, son claves en la cadena alimenticia, ya que pueden realizar la apertura de los cuerpos de los mamíferos muertos debido a su afilado pico y fuerza. Muchas otras especies dependen de esta apertura para poder alimentarse, como zorros, águilas y muchos más», señala Gutiérrez.
Por su parte, Cristián Saucedo, director de Vida Silvestre de la Fundación Rewilding Chile, enfatiza: «El cóndor es un actor relevante del ecosistema que no debemos olvidar y tenemos que hacernos cargo».
Asimismo, la presidenta ejecutiva de Filantropía Cortés Solari, Francisca Cortés Solari, concluye: «El cóndor es un termómetro de lo que ocurre en nuestro cordón cordillerano, por lo que debemos escuchar qué nos está diciendo».
Acciones de empresasSi bien los cóndores están acudiendo a los rellenos sanitarios en búsqueda de alimento, se están realizando acciones para disminuirlo. KDM Tratamiento -responsable del relleno sanitario Loma Los Colorados- mantiene el proyecto «Protección del Cóndor Andino» desde hace 18 años, con la dirección de Eduardo Pavez.
Desde KDM informan a «El Mercurio»: «Entre las medidas implementadas, además de cubrir de manera continua los residuos con tierra a medida que se depositan, y de la presencia de un trabajador en el sector cuya función es ahuyentar a las aves para evitar que se acerquen, en períodos de alta presencia de cóndores se habilita un comedero especial para proveerles alimentación alternativa -se deja un chivo a diario sin contacto humano-, bajo la supervisión del asesor veterinario y en conocimiento del SAG». También se está trabajando en un convenio de colaboración con Unorch-AvesChile en apoyo del Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces. Pavez destaca esta iniciativa.
Por su parte, Richard Oyarce, gerente de Operaciones de Consorcio Santa Marta, entidad responsable del relleno sanitario Santa Marta, afirma: «Además de cubrir los residuos permanentemente, existen instauradas conductas en la operación destinadas a que estas aves no tiendan a acostumbrarse en el sitio. Santa Marta ha tomado contacto con especialistas en el manejo de estas aves, quienes nos han guiado y entregado recomendaciones de cómo abordar la presencia de esta especie». Adicionalmente, hacen un seguimiento a la población de los cóndores, dice.
En tanto, Pilar León, directora de Técnica y Performance de la empresa Veolia Chile, responsable de los rellenos sanitarios Santiago Poniente y La Yesca, dice que además de «mantener los residuos cubiertos (…) hemos coordinado trabajos con especialistas para cuidar tanto la fauna como a las personas al interior de nuestras instalaciones».