En países como Venezuela o Colombia el cóndor prácticamente desapareció, en gran medida, por el uso de venenos. Todas las amenazas que afectan a los cóndores actualmente provienen de la acción directa o indirecta del ser humano y Chile no es la excepción.
El triste hallazgo de 35 cóndores muertos en la comunidad rural de Tarija, en Bolivia, presumiblemente a causa de envenenamiento, vino a reabrir el debate de cómo la intervención humana afecta a esta y otras especies.
En esa línea, Eduardo Pavez, director del proyecto Manku, agrupación chilena que vela por la conservación del cóndor andino, señala que todas las amenazas que afectan a los cóndores actualmente son de origen antrópico, es decir, provienen de la acción directa o indirecta del ser humano.
La caza ilegal, el envenenamiento de carroña y la pérdida de hábitat son algunas de las causas que han ido retrayendo la población de cóndores en Chile y el mundo. De ellas, la más frecuente, es el envenenamiento por consumo de animales muertos contaminados. “En los países del norte, como Venezuela, el cóndor prácticamente desapareció, en gran medida por el uso de venenos”, explica Pavez.
Los ganaderos utilizan carroña envenenada para combatir el ataque de animales salvajes en contra del ganado como el caso de zorros, pumas y perros asilvestrados. Sin embargo, esa carroña puede llegar a afectar a un número más amplio de animales, no solo a quienes va dirigido.
“A una carroña pueden bajar perfectamente 30, 40 o más cóndores, donde los más dañados son los que comen primero. En este caso, los adultos, que están en la cúspide de la jerarquía y que tienen preferencia a la hora de alimentarse”.
Pavez explica que los cóndores adultos son el capital reproductivo, por lo que eliminar a uno de ellos puede provocar un serio daño a la población. “Para que un cóndor alcance la madurez reproductiva tuvieron que pasar a lo menos entre 8 a 10 años”. Un aspecto relevante, si consideramos que la tasa reproductiva del cóndor es extremadamente baja: un huevo cada dos o tres años.
Sin embargo, hay toda una problemática rural que debe tratar de ser resuelta: en el campo hay muchos ganaderos que sufren pérdida importante de sus animales y muchas veces los culpables son los perros.
“Evidentemente hay que castigar a una persona que comete un delito grave como este, pero además debemos hacer un trabajo de educación y concientización en todas las direcciones”, sostiene Pavez.
Caza ilegal y ataque con perdigones
La caza ilegal es otra amenaza que afecta de manera importante a la población de cóndores en Chile. La mayoría de los cóndores que hoy reciben en el Centro de Rehabilitación tiene evidencia de perdigones en el cuerpo, independientemente de la causa de arribo, comenta Pavez.
Las causas de estos ataques son principalmente dos: por un lado, el instinto cazador del ser humano; y por otro, ganaderos que, por temor a que estas aves ataquen al ganado, disparan como una forma de defensa. Respecto a este último punto, existe una especie de mito extendido acerca de que los cóndores se alimentan del ganado bebé. Pavez puntualiza que “esto es algo que muy rara vez ocurre. Estas aves son carroñeras, es decir, se alimentan de animales muertos”.
Además del conflicto legal que prohíbe disparar a un cóndor hay un tema de conciencia que se debe inculcar en la población sobre el rol que tienen estas aves como carroñeras y limpiadoras del ecosistema.
“Cuando un vacuno o un caballar muere en la cordillera, son los cóndores quienes actúan de forma rápida y masiva sobre los cadáveres, impidiendo que estos contaminen los cursos de agua y pongan en peligro al resto de la flora y fauna que allí habita”, agrega Pavez.
Educación ambiental
Para trabajar en la conservación del cóndor se deben idear estrategias desde distintos flancos, explica el director de Proyecto Manku. Una de ellas tiene que ver con la acción inmediata, es decir, protocolos que permitan salvar la vida de estas aves en caso de envenenamiento. Otro aspecto es el ámbito punitivo. “Las penas que puede sufrir una persona que envenena cóndores puede ser la cárcel, señala Pavez.
No obstante, la principal herramienta de conservación es la educación ambiental. “Hay una contribución que podemos hacer para generar un cambio cultural real en el modo en que el ser humano se vincula y afecta el hábitat que cohabita con el cóndor, a partir de programas de educación ambiental y proyectos de sensibilización y difusión que aumenten la valoración y el respeto por la especie”, explica Gloria Howes, directora de Educación Ambiental de Fundación Meri, también parte de Proyecto Manku.
“No basta con rehabilitar y reintroducir especies. Debemos intercambiar conocimientos y experiencias con las comunidades que cohabitan los ecosistemas del cóndor para promover su cuidado y protección, y resaltar la importancia y el respeto que debemos tener hacia estas aves que cumplen un rol inmensurable en la cadena trófica”, dice Howes.
Proyecto Manku es una agrupación chilena que nace para contribuir en la conservación del cóndor andino. Es liderada por el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR) de la Unión de Ornitólogos de Chile, con la colaboración de Fundación MERI, el Zoológico Metropolitano y el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).
Fuente: El mostrador